Salvaje menos que otros (C.2)

Véase Por no trabajar (C.1).

En el centro del papel encontramos una figura de un hombre, de pie, vestido como un salvaje. Lleva pieles de animales a modo de falda, una especie de corpiño claro que deja el pecho al descubierto y termina en unas mangas del mismo material que la falda y un pequeño gorro a modo de turbante y adornado con plumas. Lleva un yatagán colgado del cinto y un gran arco de flechas que corta la composición. La piel del hombre es bastante oscura, lo que además se subraya con un sombreado uniforme. Porta un puñal curvo, un kris, que es típico de Malasia e Indonesia y, por otra parte, el bigote que rodea sus labios, así como la barba o perilla, son más propios de indígenas del Océano Pacífico. Goya posiblemente se inspirara en relatos y grabados etnológicos. Como elemento de contextualización dibuja en la esquina inferior derecha un pequeño intento de paisaje.

El dibujo está realizado de manera rápida, con trazos sencillos, pero que le dan dinamismo al personaje. El rostro nos recuerda a otros que se pueden ver a lo largo de la obra de Goya, con la mirada levantada hacia arriba.

El tema abordado es un recuerdo del “buen salvaje” del siglo XVIII, aquel que se opone al hombre considerado civilizado pero que paradójicamente es capaz de las peores acciones. La frase que Goya escribe en la parte inferior del dibujo es, de nuevo, un juicio hacia sus contemporáneos.