Le ayuda a bien morir (H.44)

Véase El cántaro roto (H.1).

En el interior de lo que parece una capilla, un barbudo fraile capuchino escucha la última confesión de un prisionero maniatado, posiblemente a punto de ser ejecutado. Sujeta una cuartilla en la que Gassier imagina que está escrita alguna plegaria, mientras el fraile se inclina hacia él, empuñando con su mano izquierda una cruz. Tras el reo se adivina otra figura humana, que podría ser uno de sus captores. El claroscuro es el recurso utilizado por Goya para construir la escena y distinguir ambas figuras, pues el prisionero aparece fuertemente iluminado, destacándose su figura contra el escenario en sombras y en contraste con el monje, quien lleva un hábito negro con la capucha sobre la cabeza. El escenario se completa con el banco o escalón en el que se sientan los protagonistas, un crucificado de gran tamaño al fondo y una especie de altar o mesa en el margen derecho.

La caridad cristiana, la compasión y el arrepentimiento parecen ser la idea principal del dibujo, frente a la interpretación de un dibujo anterior de idéntico tema, Esto ya se ve (C.51). Otras referencias directas a la ejecución se encuentran en las guillotinas de los dos dibujos del Cuaderno G titulados Castigo francés (G.48 y G.49), especialmente en el segundo, en el que aparece un sacerdote con un crucifijo.